La actitud de sorpresa, de "responsable" indignación por los secretos descubiertos y de alarmado "seguidismo" de las pautas marcadas, contradice una realidad: Aún careciendo de pruebas fehacientes, lo sabíamos todos. A través de las novelas de espionaje, de autores como Frederick Forsyth, Ken Follet, Michel Crichton, incluso Woody Allen habló de ello en Banana ha habido una gran difusión de las intrigas, enredos y prácticas secretas de los gobiernos. No es nada nuevo.
¿A que se debe el escándalo?
Valga como simil que Wikileaks es el adulto que enciende la luz en un "guateque" de adolescentes: todos saben lo que pasa, pero no es lo mismo hacerlo en la penumbra que a plena luz, ante adultos.
La cruda realidad es que el Estado de Derecho, la Democracia y los Derechos Humanos, con semejantes prácticas empleadas en los documentos Wikileaks, quedan en entredicho.
PARA ENTENDERLO:
- Jon Laiseca en 1001 Medios escribe: ¿Cómo contar la mayor filtración de la historia?
- Omar Granados en animal político escribe: Una guía para seguir el Cablegate
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